viernes, 30 de marzo de 2012

Caminando


Y ahí estaba yo, caminando en la verde pradera con un magnifico solo que alumbraba el camino y hacia que mi cabello se viera rojizo, de alguna forma sentía que mis ojos alumbraban mi ser al reflejarse con esa luz y me sentía magníficamente feliz, me sentí libre.. Extendía mis brazos como dando la bienvenida y acogida a lo que venía.
De repente, escuche aquel sonido que jamás se borrara de mi mente. Me asusto con tal impresión que quede pasmada y todo mi cuerpo se congelo. Era el llanto terrorífico que resulta después de escuchar y saber que la bala acaba de salir del arma y termina consecuente en su destino. Mire fijamente y estaba ahí, aquella mujer dirigida fijamente, congelada frente al cuerpo. El cuerpo, congelado en el suelo con la mano en el corazón, después de recibir lo que acabaría por fin con él. Ella lloraba, intranquila, asustada, incomprendida después de lo que acababa de suceder, él la miraba fijamente, pero no con ojos de odio, vergüenza o incomprensibles ante semejante suceso; más bien era la mirada de aquel ser despidiéndose hasta un pronto reencuentro, la mirada de un sigue adelante, yo estaré bien, nos veremos tu sabrás donde!!.
Ella se dio vuelta y me miro, yo estaba asustada ante semejante sonido y temerosa e intrigada al ver semejante suceso. Salió corriendo a donde me encontraba (unos pocos metros, en el camino) me agarro la mano y me dio el arma, me indico que con esa arma había matado al hombre de su vida, la única persona en el mundo que  la acompañaba, que le daba seguridad y que había amado.
Pero si es la persona más importante, que no quieres perder… ¿por qué acabar con ella, si sabrás que jamás estará de nuevo a tu lado? Y me explico…. Él acababa de enterarse que tenía una terrible enfermedad, que poco a poco, acababa con sus órganos vitales, su integridad física, psicológica y hasta con su propia autonomía, autoestima y su ser. No quería que el amor de su vida, tuviera una carga tan pesada en el trascurrir del tiempo, por eso decidió que ella misma por el amor que se tenían acabara con su vida, para que quedara el lazo que lo uniría por siempre y que será la pista para su reencuentro. Pero ella a pesar de todo, quedo aterrorizada, con mil y mil preguntas e indecisa ante su acción, no se explicaba porque lo había hecho, ni como pudo hacerlo, ella quedo sola. Él no estaba ahí, se libro quizás de todo lo que este mundo le daba y le daría, ella comienza a afrontar pues aun esta acá. Afronta su soledad, ese vacío existencial, esa pérdida total, esas ganas de llorar, de gritar, de odiar a todos y a todo, de no ver más, no sentir más no saber más. Pero no fue capaz de coger esa misma arma y acabar con su vida, por alguna razón, quería seguir viva y apreciar la verde pradera teñida de rojo amor.
Siguió conmigo, caminando por el mismo camino donde el sol ya no hacia brillar ni los finos cabellos, ni los ojos. A pesar que no había desaparecido, ya nada se veía igual, todo era silencioso, por más cosas que hubiera el vacio era irreconocible. Seguimos caminando, y de repente ella se detuvo, dio la vuelta y se devolvió a donde estaba el cadáver de su amado, lo miro, cerro sus ojos que habían visto por última vez el mundo, y cerro su pacto con un beso. Se levanto dio media vuelta y corrió a mi lado, y seguimos caminando.

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