Y ahí estaba yo, caminando en la verde pradera con un
magnifico solo que alumbraba el camino y hacia que mi cabello se viera rojizo,
de alguna forma sentía que mis ojos alumbraban mi ser al reflejarse con esa luz
y me sentía magníficamente feliz, me sentí libre.. Extendía mis brazos como
dando la bienvenida y acogida a lo que venía.
De repente, escuche aquel sonido que jamás se borrara de mi
mente. Me asusto con tal impresión que quede pasmada y todo mi cuerpo se
congelo. Era el llanto terrorífico que resulta después de escuchar y saber que
la bala acaba de salir del arma y termina consecuente en su destino. Mire
fijamente y estaba ahí, aquella mujer dirigida fijamente, congelada frente al
cuerpo. El cuerpo, congelado en el suelo con la mano en el corazón, después de
recibir lo que acabaría por fin con él. Ella lloraba, intranquila, asustada,
incomprendida después de lo que acababa de suceder, él la miraba fijamente,
pero no con ojos de odio, vergüenza o incomprensibles ante semejante suceso; más
bien era la mirada de aquel ser despidiéndose hasta un pronto reencuentro, la
mirada de un sigue adelante, yo estaré bien, nos veremos tu sabrás donde!!.
Ella se dio vuelta y me miro, yo estaba asustada ante
semejante sonido y temerosa e intrigada al ver semejante suceso. Salió
corriendo a donde me encontraba (unos pocos metros, en el camino) me agarro la
mano y me dio el arma, me indico que con esa arma había matado al hombre de su
vida, la única persona en el mundo que
la acompañaba, que le daba seguridad y que había amado.
Pero si es la persona más importante, que no quieres perder…
¿por qué acabar con ella, si sabrás que jamás estará de nuevo a tu lado? Y me
explico…. Él acababa de enterarse que tenía una terrible enfermedad, que poco a
poco, acababa con sus órganos vitales, su integridad física, psicológica y
hasta con su propia autonomía, autoestima y su ser. No quería que el amor de su
vida, tuviera una carga tan pesada en el trascurrir del tiempo, por eso decidió
que ella misma por el amor que se tenían acabara con su vida, para que quedara
el lazo que lo uniría por siempre y que será la pista para su reencuentro. Pero
ella a pesar de todo, quedo aterrorizada, con mil y mil preguntas e indecisa
ante su acción, no se explicaba porque lo había hecho, ni como pudo hacerlo,
ella quedo sola. Él no estaba ahí, se libro quizás de todo lo que este mundo le
daba y le daría, ella comienza a afrontar pues aun esta acá. Afronta su
soledad, ese vacío existencial, esa pérdida total, esas ganas de llorar, de
gritar, de odiar a todos y a todo, de no ver más, no sentir más no saber más.
Pero no fue capaz de coger esa misma arma y acabar con su vida, por alguna
razón, quería seguir viva y apreciar la verde pradera teñida de rojo amor.
Siguió conmigo, caminando por el mismo camino donde el sol
ya no hacia brillar ni los finos cabellos, ni los ojos. A pesar que no había
desaparecido, ya nada se veía igual, todo era silencioso, por más cosas que
hubiera el vacio era irreconocible. Seguimos caminando, y de repente ella se
detuvo, dio la vuelta y se devolvió a donde estaba el cadáver de su amado, lo
miro, cerro sus ojos que habían visto por última vez el mundo, y cerro su pacto
con un beso. Se levanto dio media vuelta y corrió a mi lado, y seguimos
caminando.
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