Y yo creo… que todo lo hará cada vez mejor
Y cuando te tenga, la felicidad abundará...porque sabe lo que es perderte y tenerte. Sabe la gran
mujer que tiene.
Ese día te dará besos, muuuchos, con ese sentimiento inigualable
Yo creo que él luchara tanto
Que sabrá que los sueños se alcanzan"
…
Eso le decía ella, la amiga inseparable de su novio. La
persona que aparte de Susana sabía todo sobre él. La única a la que no se podía
celar, la única que no era la otra….
Más allá de todo, la amistad que unía a estas dos personas
era de esas que no se ve con frecuencia, de las que solo se siente; de las que
no se puede hablar, no por no saber, sino porque no hay términos que describan
esa relación en la que un hombre y una mujer son amigos.
Se conocían desde siempre, se conocían como nunca, se
conocían (…) Sabían lo que a cada uno le gustaba, lo que odiaba, lo que les
repugnaba, lo que los alegraba, lo que los satisfacía.
Copas y más copas vieron pasar esa gran amistad (era su plan
favorito), el humo de la chimenea, la calidez de su compañía ¡Que amigos!
Desde muy jóvenes, juraron jamás separarse pasara lo que
pasara, las peleas, los reproches, las bobadas no los iba a separar.
Cuando él tenía 21 años, conoció a una gran mujer, poco a
poco se fue enamorando de ella, con el pasar del tiempo comenzaron a construir
una relación firme y segura, el amor que habitaba en ellos era enorme. Ella, su
amiga fue testigo de todos los retos, las pruebas, los engaños, las alegrías y
tristezas que esa joven pareja vivía. Ella siempre le decía a él: - ¡valorara
esa gran mujer, pues será la única que dormirá a tu lado! Él siempre la
escuchaba, era la única que lo invitaba a reflexionar y quizás a veces lo insultaba de forma tan encantadora que él flotaba en esas
palabras poco aceptables.
Susana no veía que ella fuera una amenaza para su relación,
ellos se veían tan unidos que ni los hermanos podrían ser así… simplemente no
había cabida en su mente para que entre ellos pudiera pasar algo más allá de la
verdadera amistad que se reflejaba. Y si, ciegos, valía más lo que se
presenciaba y lo que sus palabras decían, valía más el significado que su mente
le daba a eso que ellos vivían.
Ese día, Susana y su novio estaban “peleados”, discutieron
por algo sin sentido (como la mayoría de las discusiones) no se hablaban, no se
habían llamado, ninguno de los dos cedía. Susana, la llamó, llamó a la amiga de
su novio. Ella, presurosa fue al encuentro, pues el llanto y la desesperación
en su llamada, generó en ella la urgencia de ir a ver lo que le pasaba.
Llegó al apartamento y la encontró postrada en el sillón,
comiendo chocolates, junto con un gran tarro de helado.
- ¿Qué paso?-
preguntó a su encuentro.
- Me ha dejado, no me llama, tú eres la única que nos puede
ayudar, eres la única que puede hablar con él, para que volvamos- Respondió
Susana
- no te preocupes, él es un poco orgulloso, pero no demorará
en buscarte, él sabe lo valiosa que eres, espera un momento, ten seguridad en
ti misma, ten paciencia… Yo creo q luchará hasta tenerte de vuelta… Y yo creo…
que todo lo hará cada vez mejor…
A esas palabras, las cosas se tranquilizaron, las tristezas
se redujeron y las lágrimas se borraron. A esas palabras, un silencio cálido
llegó a ese apartamento y el espacio esperó el momento para reunir dos
corazones, que se creía, debían estar juntos…
Nada está escrito, nadie sabe que nos puede deparar a la
vuelta de la esquina, nadie sabe lo que pasa cuando abrimos la puerta de la
casa… y es allí, esa amiga fiel, confidente de una relación salió del
apartamento, dejando a Susana más calmada, abrió la puerta, se despidió del
celador, miró ese paraíso que se
deslumbraba en la cuadra, vio un gran carro y dentro de ella aguardaba un
hombre de tez blanca, unas pocas canas adornaban su cabeza, sus manos un poco
arrugadas se veían suaves y puras, era un buen hombre pensó ella. De repente,
del edificio de al frente salió un hombre
como dirían con una presencia sin igual, llevaba un traje caro y unos
lentes de sol que le cubrían parte de su cara. Detrás de él dos hombres
corpulentos, seguían su camino. Los tres se subieron a presurosos al carro.
(…)
De repente, todo cambio, el gran silencio cálido se desvaneció,
ahora solo nacía un silencio cruel y angustioso, el lugar actuaba en cámara
lenta, esperando a que sucediera algo que acabara con ese silencio. Apareció una
moto en la que iban dos hombres, a los cuales no se les podía ver la cara pues
sus cascos escondían los rasgos delincuente y sanguinario de sus rostros. Uno
de ellos, llevaba en su mano el arma que acabaría con un hombre, un poderoso
hombre.
Sonó un gran disparo, pero aun el silencio angustioso no se
perdía. El freno del carro, ese sonido espantoso hizo que todos en la cuadra
quedaran perplejos frente a ese suceso, su conductor estaba muerto. Otros tres
disparos se dieron, ella, aquella mujer que acababa de salir del edificio y
quedar perpleja ante la maravilla de paraíso que veía, solo escucho tres
disparos y ese cuarto, ese último disparo lo sintió, sintió que algo entro y
rompió su pecho, no le dolía, simplemente presionaba de tan igual forma, que se
dejó llevar por el cielo maravilloso que se presentaba en el momento y cayó al piso…
Aquellos dos asesinos huyeron del lugar, obviamente no se
iban a quedar a presenciar su gran obra (la maldición de esos autores), un
muerto en el lugar y una herida de gravedad. Aquellos dos hombres corpulentos
salieron del carro, uno de ellos se dirigió hacia el conductor que había
muerto, el otro apresurado salió a ver como aquella mujer yacía en el suelo,
aún estaba viva. Pero el hombre “poderoso” el hombre con una presencia sin
igual, aguardó unos minutos para salir de su carro, abrió la puerta, estaba
intactamente destruido, su cara no podía contener las lágrimas de su rostro al
ver a su empleado muerto, su compañero,
su gran amigo, aquel hombre de experiencias y buenos consejos.
Susana, salió de su apartamento y vio a la amiga de su novio
casi muerta, de inmediato llamó a su novio. Una ambulancia llegó a la obra de
arte que aquellos dos sicarios habían realizado. Todos los gastos, correrían
por parte de aquel hombre poderoso, dentro de sí pensaba, que no era justo que más
vidas pagaran por algo que iba dirigido hacia él, ya su amigo había muerto;
haría todo lo posible para que esta joven mujer viviera.
Pasaban los días y ella no despertaba, pero estaba viva eso
decían las máquinas y los doctores expertos en todas estas situaciones. Su amigo,
no se despegaba ni un minuto de ella, Susana lo acompañaba cuando podía, pues
los horarios de visitas y sus deberes impedían que estuviera todo el tiempo
junto a ese par de amigos.
Eran las 10 pm del quinto día, ella seguía postrada en esa
cama de este lujoso hospital, era el quinto día que él aguardaba sigilosamente
a que su amiga despertara para poder ver de nuevo esos ojos que lo hechizaban y
esas palabras que siempre entraban en el fondo de su ser. - Las 10 pm- se escuchaba
a una enfermera decir en el pasillo. Las 10 pm y de repente ella, aquella mujer
que dormía en el paraíso, despertó, asustada vio a su alrededor pero al
encontrarse con la mirada de su amigo, todo se calmó, el silencio cálido
apareció. Lágrimas y más lagrimas brotaban y acariciaban los rostros de estas
personas, él a presuroso la cogió entre sus brazos y le dio ese abrazo que jamás
habían sentido, juntaron sus cuerpos de tal forma que hicieron reaccionar las
mentes, por fin abrieron sus ojos, vieron tan claro, vieron con tanta y
suficiente luz… los sentimientos que siempre habían traducido a cariño y amor
de amigos, eran más que eso, eran los sentimientos, el sentir, la pasión, era
“el eres mi amor, eres mi deseo y eres mi compañía” de dos personas que de un
momento a otro dejaron de ser amigos, para ser más…
La luna proyectaba su luz como nunca antes se había visto,
grande y llena esta luna, la única testigo de lo que en ese cuarto de hospital sucedía,
desde el cielo miraba emocionada como de estas dos personas brotaba cuan gran
sentimiento indescriptible. Y un beso, un sublime beso selló la realidad que
pasaba y el abrir de sus corazones, donde la mente ya no tenía pensamientos transformados,
sino estaba tan abierta y comprendía todo lo que siempre había pasado.
Los besos, las miradas, las caricias nacían una y otra vez.
– eres tu- decía él, siempre fuiste tú… ella tan solo lo miraba, no decía una
sola palabra, estaba tan agradecida de tener
la oportunidad de volver a verlo… y de repente, empezaron a brotar
bellas palabras de su boca: “sabes que yo no creo en esa palabra amor, jaja tu
sabes como soy, pero en mí habita un sentimiento y hoy he entendido, lo sé, sé
de qué trata, por ti hay más de mí que la amistad, por ti esta mis desvelos,
mis miradas, mi preocupación, mi sentimiento que aún no sé cómo llamarlo, pero
que es maravilloso, vivimos para acompañarnos, y que gran vida me di, mas
agradecida estoy que en ella hubieran momentos, miles de momentos que
compartimos juntos y que pude estar a tu lado para sentir ese calor y ese
silencio cálido, me encantas, me gustas, te quiero, siento por ti eso. Habitará
en ti los días de vinos y chocolates, las miles de risas y los abrazos. Que lastima que en ese lugar, magnifico y significante
lugar, no cerramos una noche con un hermoso beso. Tuya siempre en tus
pensamientos…” Ella agarró su mano, lo acerco y se despidió, un beso de
silencio cálido selló la despedida, un beso de silencio cálido donde él supo
lo que sentía, lo que ella era, lo que perdió y jamás tendría, un beso que por
siempre recordará, una mirada encantadora, una sonrisa de sus labios, la última
caricia de sus manos, todo lo que a él le encantaba lo vio y sintió por primera
y última vez.
11 pm, su mano agarrada a la de ella dejó de sentir la
fuerza, su vida se desprendió. Aquella máquina infernal dio el aviso, la vida
de esa gran mujer en este mundo llegaba a su fin. Él no lo creía ¡no era justo!
justo cuando la tenía, se le iba, se iba
para no volver… la hora más significante, jamás olvidada de toda su vida.
Si ella no hubiera ido donde Susana, si ellos no hubieran
peleado, si él jamás hubiera estado con Susana, si no la hubiera conocido, todo
esto pensaba él. Pero era inútil, las cosas suceden y muchas veces somos
inherentes a lo que pueda pasar, no todo lo podemos controlar… Él sabía que ella quería que la cremaran,
quien más que el para hacer los preparativos de su despedida. ¡Que irónico!
hacer la despedida de la persona que siempre amo inconscientemente (por traerlo
a definiciones terrenales-mortales) La
despedida hasta el fin de sus recuerdos.
De repente en su mano se encontraba una pequeña hoja, color
palo de rosa, con un aroma que le recordaba a ella. Unas palabras por toda su
vida, en su mente habitaran y cuando muera quizás desaparezca
Recuérdame para siempre como un silencio cálido….
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