viernes, 7 de septiembre de 2012

Silencio Cálido


"Yo creo que luchará hasta tenerte de vuelta
Y yo creo… que todo lo hará cada vez mejor
Y cuando te tenga, la felicidad abundará...porque sabe lo que es perderte y tenerte. Sabe  la gran mujer que tiene.
Ese día te dará besos, muuuchos, con ese sentimiento inigualable
Yo creo que él luchara tanto
Que sabrá que los sueños se alcanzan"

Eso le decía ella, la amiga inseparable de su novio. La persona que aparte de Susana sabía todo sobre él. La única a la que no se podía celar, la única que no era la otra….
Más allá de todo, la amistad que unía a estas dos personas era de esas que no se ve con frecuencia, de las que solo se siente; de las que no se puede hablar, no por no saber, sino porque no hay términos que describan esa relación en la que un hombre y una mujer son amigos.
Se conocían desde siempre, se conocían como nunca, se conocían (…) Sabían lo que a cada uno le gustaba, lo que odiaba, lo que les repugnaba, lo que los alegraba, lo que los satisfacía.
Copas y más copas vieron pasar esa gran amistad (era su plan favorito), el humo de la chimenea, la calidez de su compañía ¡Que amigos!
Desde muy jóvenes, juraron jamás separarse pasara lo que pasara, las peleas, los reproches, las bobadas no los iba a separar.
Cuando él tenía 21 años, conoció a una gran mujer, poco a poco se fue enamorando de ella, con el pasar del tiempo comenzaron a construir una relación firme y segura, el amor que habitaba en ellos era enorme. Ella, su amiga fue testigo de todos los retos, las pruebas, los engaños, las alegrías y tristezas que esa joven pareja vivía. Ella siempre le decía a él: - ¡valorara esa gran mujer, pues será la única que dormirá a tu lado! Él siempre la escuchaba, era la única que lo invitaba a reflexionar y quizás a veces lo insultaba de forma tan encantadora que él flotaba en esas palabras poco aceptables.
Susana no veía que ella fuera una amenaza para su relación, ellos se veían tan unidos que ni los hermanos podrían ser así… simplemente no había cabida en su mente para que entre ellos pudiera pasar algo más allá de la verdadera amistad que se reflejaba. Y si, ciegos, valía más lo que se presenciaba y lo que sus palabras decían, valía más el significado que su mente le daba a eso que ellos vivían.
Ese día, Susana y su novio estaban “peleados”, discutieron por algo sin sentido (como la mayoría de las discusiones) no se hablaban, no se habían llamado, ninguno de los dos cedía. Susana, la llamó, llamó a la amiga de su novio. Ella, presurosa fue al encuentro, pues el llanto y la desesperación en su llamada, generó en ella la urgencia de ir a ver lo que le pasaba.
Llegó al apartamento y la encontró postrada en el sillón, comiendo chocolates, junto con un gran tarro de helado.
 - ¿Qué paso?- preguntó a su encuentro.
- Me ha dejado, no me llama, tú eres la única que nos puede ayudar, eres la única que puede hablar con él, para que volvamos- Respondió Susana
- no te preocupes, él es un poco orgulloso, pero no demorará en buscarte, él sabe lo valiosa que eres, espera un momento, ten seguridad en ti misma, ten paciencia… Yo creo q luchará hasta tenerte de vuelta… Y yo creo… que todo lo hará cada vez mejor…
A esas palabras, las cosas se tranquilizaron, las tristezas se redujeron y las lágrimas se borraron. A esas palabras, un silencio cálido llegó a ese apartamento y el espacio esperó el momento para reunir dos corazones, que se creía, debían estar juntos…
Nada está escrito, nadie sabe que nos puede deparar a la vuelta de la esquina, nadie sabe lo que pasa cuando abrimos la puerta de la casa… y es allí, esa amiga fiel, confidente de una relación salió del apartamento, dejando a Susana más calmada, abrió la puerta, se despidió del celador,  miró ese paraíso que se deslumbraba en la cuadra, vio un gran carro y dentro de ella aguardaba un hombre de tez blanca, unas pocas canas adornaban su cabeza, sus manos un poco arrugadas se veían suaves y puras, era un buen hombre pensó ella. De repente, del edificio de al frente salió un hombre  como dirían con una presencia sin igual, llevaba un traje caro y unos lentes de sol que le cubrían parte de su cara. Detrás de él dos hombres corpulentos, seguían su camino. Los tres se subieron a presurosos al carro.
(…)
De repente, todo cambio, el gran silencio cálido se desvaneció, ahora solo nacía un silencio cruel y angustioso, el lugar actuaba en cámara lenta, esperando a que sucediera algo que acabara con ese silencio. Apareció una moto en la que iban dos hombres, a los cuales no se les podía ver la cara pues sus cascos escondían los rasgos delincuente y sanguinario de sus rostros. Uno de ellos, llevaba en su mano el arma que acabaría con un hombre, un poderoso hombre.
Sonó un gran disparo, pero aun el silencio angustioso no se perdía. El freno del carro, ese sonido espantoso hizo que todos en la cuadra quedaran perplejos frente a ese suceso, su conductor estaba muerto. Otros tres disparos se dieron, ella, aquella mujer que acababa de salir del edificio y quedar perpleja ante la maravilla de paraíso que veía, solo escucho tres disparos y ese cuarto, ese último disparo lo sintió, sintió que algo entro y rompió su pecho, no le dolía, simplemente presionaba de tan igual forma, que se dejó llevar por el cielo maravilloso que se presentaba en el momento y  cayó al piso…
Aquellos dos asesinos huyeron del lugar, obviamente no se iban a quedar a presenciar su gran obra (la maldición de esos autores), un muerto en el lugar y una herida de gravedad. Aquellos dos hombres corpulentos salieron del carro, uno de ellos se dirigió hacia el conductor que había muerto, el otro apresurado salió a ver como aquella mujer yacía en el suelo, aún estaba viva. Pero el hombre “poderoso” el hombre con una presencia sin igual, aguardó unos minutos para salir de su carro, abrió la puerta, estaba intactamente destruido, su cara no podía contener las lágrimas de su rostro al ver a su empleado muerto,  su compañero, su gran amigo, aquel hombre de experiencias y buenos consejos.
Susana, salió de su apartamento y vio a la amiga de su novio casi muerta, de inmediato llamó a su novio. Una ambulancia llegó a la obra de arte que aquellos dos sicarios habían realizado. Todos los gastos, correrían por parte de aquel hombre poderoso, dentro de sí pensaba, que no era justo que más vidas pagaran por algo que iba dirigido hacia él, ya su amigo había muerto; haría todo lo posible para que esta joven mujer viviera.
Pasaban los días y ella no despertaba, pero estaba viva eso decían las máquinas y los doctores expertos en todas estas situaciones. Su amigo, no se despegaba ni un minuto de ella, Susana lo acompañaba cuando podía, pues los horarios de visitas y sus deberes impedían que estuviera todo el tiempo junto a ese par de amigos.
Eran las 10 pm del quinto día, ella seguía postrada en esa cama de este lujoso hospital, era el quinto día que él aguardaba sigilosamente a que su amiga despertara para poder ver de nuevo esos ojos que lo hechizaban y esas palabras que siempre entraban en el fondo de su ser. - Las 10 pm- se escuchaba a una enfermera decir en el pasillo. Las 10 pm y de repente ella, aquella mujer que dormía en el paraíso, despertó, asustada vio a su alrededor pero al encontrarse con la mirada de su amigo, todo se calmó, el silencio cálido apareció. Lágrimas y más lagrimas brotaban y acariciaban los rostros de estas personas, él a presuroso la cogió entre sus brazos y le dio ese abrazo que jamás habían sentido, juntaron sus cuerpos de tal forma que hicieron reaccionar las mentes, por fin abrieron sus ojos, vieron tan claro, vieron con tanta y suficiente luz… los sentimientos que siempre habían traducido a cariño y amor de amigos, eran más que eso, eran los sentimientos, el sentir, la pasión, era “el eres mi amor, eres mi deseo y eres mi compañía” de dos personas que de un momento a otro dejaron de ser amigos, para ser más…
La luna proyectaba su luz como nunca antes se había visto, grande y llena esta luna, la única testigo de lo que en ese cuarto de hospital sucedía, desde el cielo miraba emocionada como de estas dos personas brotaba cuan gran sentimiento indescriptible. Y un beso, un sublime beso selló la realidad que pasaba y el abrir de sus corazones, donde la mente ya no tenía pensamientos transformados, sino estaba tan abierta y comprendía todo lo que siempre había pasado.
Los besos, las miradas, las caricias nacían una y otra vez. – eres tu- decía él, siempre fuiste tú… ella tan solo lo miraba, no decía una sola palabra, estaba tan agradecida de tener  la oportunidad de volver a verlo… y de repente, empezaron a brotar bellas palabras de su boca: “sabes que yo no creo en esa palabra amor, jaja tu sabes como soy, pero en mí habita un sentimiento y hoy he entendido, lo sé, sé de qué trata, por ti hay más de mí que la amistad, por ti esta mis desvelos, mis miradas, mi preocupación, mi sentimiento que aún no sé cómo llamarlo, pero que es maravilloso, vivimos para acompañarnos, y que gran vida me di, mas agradecida estoy que en ella hubieran momentos, miles de momentos que compartimos juntos y que pude estar a tu lado para sentir ese calor y ese silencio cálido, me encantas, me gustas, te quiero, siento por ti eso. Habitará en ti los días de vinos y chocolates, las miles de risas y los abrazos.  Que lastima que en ese lugar, magnifico y significante lugar, no cerramos una noche con un hermoso beso. Tuya siempre en tus pensamientos…” Ella agarró su mano, lo acerco y se despidió, un beso de silencio cálido selló la despedida, un beso de silencio cálido donde él supo lo que sentía, lo que ella era, lo que perdió y jamás tendría, un beso que por siempre recordará, una mirada encantadora, una sonrisa de sus labios, la última caricia de sus manos, todo lo que a él le encantaba lo vio y sintió por primera y última vez.
11 pm, su mano agarrada a la de ella dejó de sentir la fuerza, su vida se desprendió. Aquella máquina infernal dio el aviso, la vida de esa gran mujer en este mundo llegaba a su fin. Él no lo creía ¡no era justo!  justo cuando la tenía, se le iba, se iba para no volver… la hora más significante, jamás olvidada de toda su vida.
Si ella no hubiera ido donde Susana, si ellos no hubieran peleado, si él jamás hubiera estado con Susana, si no la hubiera conocido, todo esto pensaba él. Pero era inútil, las cosas suceden y muchas veces somos inherentes a lo que pueda pasar, no todo lo podemos controlar…  Él sabía que ella quería que la cremaran, quien más que el para hacer los preparativos de su despedida. ¡Que irónico! hacer la despedida de la persona que siempre amo inconscientemente (por traerlo a  definiciones terrenales-mortales) La despedida hasta el fin de sus recuerdos.
De repente en su mano se encontraba una pequeña hoja, color palo de rosa, con un aroma que le recordaba a ella. Unas palabras por toda su vida, en su mente habitaran y cuando muera quizás desaparezca


Recuérdame para siempre como un silencio cálido….


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