viernes, 22 de junio de 2012

Rafael


Tu nombre aún no se me borra de la mente… es increíble cómo puede permanecer tanto tiempo ahí, después de tanto…, es que en serio, con mi hermosa memoria las cosas no duran mucho…
Esa tarde te vi, las nubes armonizaban el lugar y creíamos que hasta ahí llegaría nuestro encuentro. Pasaba de causalidad por ese parque, caminaba pensando en las miles de cosas que ronda mi cabeza, que me hacen pensar día y noche, y ahora como mi música no está, pues pienso sin melodías.
Pasaba por allí y tú estabas sentado en esa banca, esperando que llegara la persona que anhelaba ver tu corazón, esperabas con brazos abiertos y un beso de dulzura, a quien jamás llegaría. Te vi directamente a los ojos, esa mirada triste y esperanzadora. ¡Me miraste! Y dirigiste una sonrisa hasta mi presencia, seguí pues la verdad mi destino no era la banca, en si no tenía destino, tan solo caminaba.
Llegue a aquel árbol, que me abrigó con su sombra, me senté y seguí pensando. Ahí tu presencia se detuvo enfrente de mí. Levante mi mirada, de nuevo tú con tu sonrisa.
Te sentaste a mi lado, y juntos contemplamos el espacio. Hablamos tantos segundos, infinitos segundos.
Conocido jamás conocido, tu nombre ha perdurado en mi mente. ¿Cómo es esto posible? (…) me comentabas como te sentías, al saber que la persona que esperabas no llegaría, que todas las cosas que hiciste por ella, jamás dieron fruto y hoy las semillas se secan. Recuerdo, que te cogí la mano y te dije: ¡al menos lo intentaste! Me miraste y tu sonrisa volvió a nacer.
Fue tan acogedor ese momento, momento desconocido- conocido  con un desconocido.
Es increíble como mi memoria guarda tu nombre, saber que después de ese tiempo, jamás nos volvimos a cruzar en el largo camino de la vida, pero qué grandioso momento viví, y tan solo digo…



Increíble como hoy recuerdo tu nombre, Rafael.

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