Tu nombre aún no se me borra de la mente… es increíble cómo
puede permanecer tanto tiempo ahí, después de tanto…, es que en serio, con mi
hermosa memoria las cosas no duran mucho…
Esa tarde te vi, las nubes armonizaban el lugar y creíamos
que hasta ahí llegaría nuestro encuentro. Pasaba de causalidad por ese parque,
caminaba pensando en las miles de cosas que ronda mi cabeza, que me hacen
pensar día y noche, y ahora como mi música no está, pues pienso sin melodías.
Pasaba por allí y tú estabas sentado en esa banca, esperando
que llegara la persona que anhelaba ver tu corazón, esperabas con brazos
abiertos y un beso de dulzura, a quien jamás llegaría. Te vi directamente a los
ojos, esa mirada triste y esperanzadora. ¡Me miraste! Y dirigiste una sonrisa
hasta mi presencia, seguí pues la verdad mi destino no era la banca, en si no tenía
destino, tan solo caminaba.
Llegue a aquel árbol, que me abrigó con su sombra, me senté
y seguí pensando. Ahí tu presencia se detuvo enfrente de mí. Levante mi mirada,
de nuevo tú con tu sonrisa.
Te sentaste a mi lado, y juntos contemplamos el espacio.
Hablamos tantos segundos, infinitos segundos.
Conocido jamás conocido, tu nombre ha perdurado en mi mente.
¿Cómo es esto posible? (…) me comentabas como te sentías, al saber que la
persona que esperabas no llegaría, que todas las cosas que hiciste por ella,
jamás dieron fruto y hoy las semillas se secan. Recuerdo, que te cogí la mano y
te dije: ¡al menos lo intentaste! Me miraste y tu sonrisa volvió a nacer.
Fue tan acogedor ese momento, momento desconocido-
conocido con un desconocido.
Es increíble como mi memoria guarda tu nombre, saber que
después de ese tiempo, jamás nos volvimos a cruzar en el largo camino de la
vida, pero qué grandioso momento viví, y tan solo digo…
Increíble como hoy recuerdo tu nombre, Rafael.