Estamos juntos unidos
en un largo abrazo, juntos unidos en un largo beso, juntos conmovidos por la
pasión, esa pasión de verte, de tenerte, de estar junto a ti. Esa pasión que
solo nace cuando te veo, cuando te siento, cuando dejo atrás el tiempo y me
encuentro en un solo despertar a tu lado, en ese lugar único de nosotros, ese
lugar que guarda celosamente tu cuerpo y el mío, tu alma y la mía, tu corazón y
el mío. !!Estamos juntos para sentir el placer de estar en un largo abrazo que
un día acabara!!
Recuerdo como si fuera ayer, cuando susurrabas a mi oído
esas palabras. Y dentro de mí pensaba, ¿Qué un día acabara?, ¡no!, eso no es
posible. Como puedes apartarte, la única forma seria que tu cuerpo no existiera
más en este planeta, así ese largo abrazo acabaría.
Y que extraño, que ese largo abrazo acabara de la misma
forma que había pensado en aquel momento. Tu cuerpo ya no existe en este
momento, en este planeta. Estas Muerto.
Recuerdo esa noche, la luna brillaba de tal forma, que
pensaba que en realidad no vivíamos en ese tiempo, todo parecía irreal. El
cielo lleno de estrellas, ninguna nube quería pronunciarse para ocultar aquel
cielo estrellado. El suelo no estaba frío, ni tampoco incómodamente áspero.
Todo tenía un equilibrio sobrenatural que, créeme, me entro ese miedo que
siento cuando sé que algo no puede ser perfecto. Y en sí no sé, si el
adelantarme a las cosas es lo que las hace cumplir.
Recuerdo la mirada que habitaba en ti, única, indescriptible,
que jamás había visto hasta ese momento, donde tus labios, esos dulces labios
susurraban a mi oído esas palabras. Recuerdo a la vez, el largo abrazo que nos
dimos y que hizo que mis sueños fueran eternamente dulces por una noche.
A la mañana siguiente, recuerdo que te vi extraño, todo
aquello que había pasado la noche anterior no era ni la sombra de lo que hoy se
reflejaba en ti. No comprendía, era mentira! Me diste un Buenos Días, pero mi
triste ser no lo recibió bien, la melancolía poco a poco me invadió y no quería
mirarte más. Recuerdo, que el desayuno fue silencioso, de ese silencio
incomodo, que ninguna palabra tiene el suficiente poder de acabar con ese vacío
silencioso. Después, un último abrazo, un beso que consumió mi alma pues sentí
dolor, dolor de no saber lo que pasaba y confusión pues sentí el amor, pero no
era congruente con lo que sucedía, que extraño sentir esas cosas encontradas,
que se cree que no pueden existir pero que mira, si puede suceder. Y a la final
un adiós nos separó.
Y hoy estoy al lado de tu ataúd, despidiéndote delante de
todas estas personas que no comprenderán lo que sentimos. Que irónico que el
tropezar con una piedra acabara con tu vida y nos alejara corporalmente, aun
habitas en mi corazón, pero no puedo asegurar que pase en el tuyo, o que pase
en tu alma; es que amor, no sé qué pase en el más allá.
En mí, las lágrimas empiezan a nacer, brotaban
inconsolables, mi ser siente tu ausencia. Tristemente, te recuerdo con profundo
cariño en ese largo abrazo que un día nos dimos y que hasta el día de hoy es el
último hermoso momento que nos unió.
El padre dio la bendición, el cajón empezó a descender, una
a una las flores quedaban encima tuyo, la
tierra empezó a esconderte, tus familiares y amigos lloraban, te despedían y
hasta ahí las memorias de todos llegaron a su fin. En el futuro, solo
recordaremos lo que vivimos a tu lado. Amor, ¡gracias por todo! Y un día
estábamos…. (Así comenzaran los miles de recuerdos)
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